Los mercados financieros y el fin de una era

Columna de opinión del profesor Enrique Dans sobre la evolución del trading y el machine learning

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Un artículo en The Economist, «The rise of the financial machines«, reafirma la cada vez más demostrada idea de que los mercados financieros y el trading están dejando de ser actividades aptas para humanos, y son cada vez más algo reservado al terreno de las máquinas y los algoritmos. La vieja imagen del parqué lleno de agentes de bolsa que gritan o la típica sala de trading con agentes con un teléfono en cada oreja se convierten cada vez más en algo anacrónico, en lo que los mercados supuestamente eran hace cada vez más tiempo.

El perfil del trader cambia drásticamente, y pasa a requerir un conjunto de habilidades completamente diferente, entre las que se encuentra la necesidad de saber escribir código. Cada día más, un trader es alguien con la capacidad de desarrollar, entender y ajustar un algoritmo que pueda analizar una realidad con algo más que el tan sobrevalorado «gut feeling», la «intuición» o los «presentimientos» que supuestamente llevaban a recomendar o llevar a cabo determinadas transacciones.

Los algoritmos son cada vez mejores en un número cada vez mayor de tareas analíticas necesarias para tomar decisiones de manera competente en un mercado como las estimaciones de riesgo, lo que conlleva que el perfil del trader cambie de manera drástica. Para muchos, este tipo de cambios conlleva la necesidad de un profundo reciclaje profesional, cuando no directamente el abandono de la actividad y la sustitución por máquinas o por perfiles capaces de entenderse con ellas. Como resulta evidente, la sustitución no es simplemente algo que afecta a los trabajos caracterizados por las conocidas 4D (Dull, Dirty, Dangerous o Demeaning, es decir, aburridos, sucios, peligrosos o degradantes), sino que afecta incluso a los operadores de bolsa en Wall Street.

El machine learning no puede, al menos todavía, predecir de manera acertada el funcionamiento de un mercado. Pero sí puede servir para predecir muchos comportamientos específicos en su contexto, o para hacerlo, al menos, con un nivel de confianza superior al que se tiene simplemente mediante la intuición humana. ¿Es necesario saber programar para poder llevar a cabo este tipo de análisis? Cada vez más, no: muchas herramientas analíticas sofisticadas de ese tipo se están haciendo progresivamente más sencillas en su uso, muchos análisis complejos se pueden llevar a cabo escogiendo opciones en un menú – y de hecho, eso las hace más eficientes y les otorga muchas más posibilidades de ser puestas en producción – pero en el contexto del análisis bursátil, esto sigue conllevando un cambio muy importante en el perfil medio del operador y en las habilidades que se le requieren.

Si esto ocurre en los mercados financieros a nivel de traders profesionales, ¿qué ocurre con aquellos inversores amateurs que pretenden gestionar directamente su compra y venta de acciones, ayudados por una creciente carrera hacia la gratuidad en las comisiones de los operadores? Simplemente, que su actividad se convierte también en cada vez más anacrónica: si ningún operador profesional es capaz de vencer de manera consistente al mercado, ¿qué podemos esperar de un operador no profesional, dotado generalmente de herramientas analíticas mucho menos sofisticadas? No, el crecimiento de la gestión pasiva del que hablábamos hace algún tiempo no es en absoluto casual.

Estamos, decididamente, ante el fin de una era.

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