El primer año del resto de nuestros ajustes fiscales

El objetivo oficial de cerrar 2019 con superávit fiscal primario es muy cumplible. Pero el proceso deberá seguir durante el próximo gobierno para lograr resultados

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Para 2019, el Gobierno espera terminar con equilibrio en las cuentas públicas si no se contabilizan los intereses de la deuda. En términos generales, creemos que este es un objetivo cumplible con el Presupuesto que se ha aprobado e incluso sería una muy buena señal para los mercados. Sin embargo, esto sólo sería el comienzo de un proceso de ajuste fiscal que deberá continuar prácticamente todo el próximo Gobierno, para lograr resultados positivos. En efecto, la deuda pública argentina es muy elevada, también lo es la presión tributaria y ya no posee la herramienta de emisión monetaria para financiar al Estado. Por eso el Estado deberá continuar con un proceso de ajuste fiscal a lo largo de todo el próximo Gobierno para poder alcanzar el triple objetivo de hacer crecer la economía, reducir la inflación y asegurar la sustentabilidad de la deuda.

El 2018 terminará con un déficit fiscal primario del orden del 2,5% del PIB. Lo que significa que el Estado argentino gasta más en salarios, jubilaciones, obra pública y subsidios de lo que le ingresa por impuestos u otros recursos. Eso, sin contar los intereses de la deuda. Si los sumáramos, estaríamos hablando del déficit fiscal financiero que este año terminará en el orden de 5,5% del PIB1.

El año que viene el Gobierno espera eliminar el déficit fiscal primario. Lo cual implica un ajuste fiscal de 2,5% del PIB. Algo más de la mitad de este ajuste se hará a través de una reducción del gasto primario y la otra mitad se hará a través del aumento de impuesto, principalmente las retenciones a las exportaciones. En efecto, se espera que las retenciones generen recursos por algo más de 1% del PIB. De lado del gasto la reducción se dará casi en partes iguales por la baja de subsidios a los servicios públicos (transporte y energía) y por una reducción de la obra pública (que en teoría, sería reemplazada con los PPP) y otros gastos operativos.

Naturalmente, si la economía se recuperase más rápido de lo esperado, más fácil será que las cuentas públicas cierren. Sin embargo, no se espera una recuperación demasiado veloz de la actividad económica para 2019. Todas las estimaciones de crecimiento del PIB se encuentran entre una caída del 2% y una recuperación del 2%. Nada muy estimulante. En especial, teniendo en cuenta que el 70% del gasto primario (prestaciones de seguridad social y salarios) está indexado o al menos tiende a ajustarse por la inflación atrasada. La mayor expansión sobre la recaudación que pueda generar el crecimiento del PIB podría verse compensado fácilmente, por la recuperación, aunque sea parcial, de la inflación atrasada en las jubilaciones y los salarios públicos. Por eso, no es posible evitar un programa de ajuste fiscal.

Si el Gobierno cumple con el equilibrio primario en 2019, tal como está estipulado en el Presupuesto 2019 y en el acuerdo con el FMI, sería una muy buena señal para los mercados financieros y un paso adelante, en el objetivo de lograr un sector público sustentable. Debido a que este fuerte ajuste fiscal se estaría dando en un año electoral, que es cuando los Gobiernos tienden a gastar de más.

No obstante, sólo sería un primer paso. El equilibrio primario no es suficiente para garantizar la sustentabilidad de la deuda pública cuyo último dato oficial está en torno al 76% del PIB y que en 2019 podría superar el 90% del PIB producto de la devaluación. Para eso es necesario seguir mejorando las cuentas públicas y tener como objetivo un superávit primario de al menos 2,5% del PIB.

El año próximo será una prueba de fuego, porque habrá que hacer un ajuste fiscal de dos puntos y medio del PBI justo en medio de un año electoral

¿Por qué?

Porque la deuda pública crece a la velocidad del déficit fiscal financiero. Esto es fácil de entender. Si el año que viene el déficit primario es del 0% y los intereses de la deuda son 3,5% del PIB, entonces el déficit fiscal financiero será igual a los intereses de la deuda. ¿Cómo se pagarán esos intereses de la deuda? Naturalmente con nueva deuda. Por ese motivo la deuda crecerá en el mismo monto del déficit fiscal. Esta nueva deuda, pagará nuevos intereses y, por lo tanto, si no mejora el déficit primario, el déficit fiscal financiero crecerá al año siguiente.

Pero para que la deuda pública sea sustentable, ésta debe comenzar a bajar en términos del PIB. Hoy hay señales de que el mercado está saturado de títulos públicos argentinos, lo cual indica que el Estado tiene una deuda muy alta y tiene que reducirla, no alcanza con mantenerla. Para que ello suceda el déficit fiscal financiero debe ser más chico que el crecimiento del producto. Porque la deuda crece al ritmo del déficit financiero y solo si éste es más chico que el crecimiento del PIB, la relación deuda/PIB bajará.

Para 2020 el acuerdo con el FMI espera un superávit primario del orden de 1% del PIB y unos intereses de la deuda de casi 4%. Con lo cual, el déficit financiero sería de 3% del PIB. Dicho número, aún no es suficiente porque la economía argentina no está en condiciones de sostener un crecimiento del 3% del PIB (aún si en 2020 lo lograse). No obstante, eso sería un paso más en la dirección correcta.

Esto nos plantea otro problema. Para poder salir del estancamiento que la economía arrastra desde 2011 será necesario bajar la presión tributaria. Parte de eso se daría con la gradual aplicación de la reforma tributaria y con la paulatina eliminación de las retenciones a las exportaciones. Sin embargo, es difícil pensar que será suficiente como para llevar a la economía a un régimen de crecimiento cercano al 3%, como el resto de Latinoamérica, cuando en general, los países de la región tienen presiones tributarias 10 puntos más bajas que Argentina.

Por ello será necesario continuar el proceso de ajuste fiscal a lo largo de todos los años que dure el próximo gobierno. No sólo hay que incrementar el superávit primario sino además reducir el peso del Estado sobre el sistema productivo como para mejorar los ratios de déficit fiscal/PIB y de deuda/PIB que es lo que permitirá hacer a la deuda sustentable y mejorar el crecimiento económico, el empleo y los salarios.

En otras palabras, el Gobierno este año ha puesto en marcha un programa de ajuste fiscal que es necesario porque el déficit fiscal no es sostenible y ha vuelto a la economía muy inestable financieramente. Así como se ha planteado, 2019 será la prueba de fuego, porque habrá que hacer un ajuste fiscal de dos puntos y medio del PIB en un año electoral. Pero está claro, que con eso sólo no es suficiente como para alcanzar la sustentabilidad de la deuda y reducir la vulnerabilidad financiera. Para ello será necesario continuar mejorando las cuentas públicas a lo largo de los próximos años. Sin embargo, todo parece indicar que el Gobierno lograría alcanzar el objetivo, aunque con algunas medidas dañinas como el impuesto a las exportaciones y esos podría ser una buena señal y un buen primer paso de una carrera que recién comienza.

1 Cuando hablamos del exceso de gastos pero sin incluir los intereses se llama déficit fiscal PRIMARIO y cuando hablamos de déficit fiscal FINANCIERO sí los incluimos.

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