Patricia García: la fundadora de una pyme rosarina internacional

Una mujer que se preparó para la docencia en un pueblo, pero terminó dirigiendo una certificadora de alimentos con orientación hacia lo orgánico. Además, se convirtió en la presidenta de la Organización Argentina de Mujeres Empresarias (Oame)

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Patricia García es la mujer que fundó y dirige actualmente la certificadora internacional de alimentos y procesos, Letis, con llegada a todos los continentes y orientada hacia la producción orgánica y la calidad. Sin embargo, en su juventud no proyectaba convertirse en una líder empresarial, sino que esperaba una vida más tradicional para las mujeres de aquel entonces.

Aunque Patricia no sólo se convirtió en la referente de una empresa, sino también en referente de mujeres empresarias, ya que hace 12 años es miembro y actual presidenta de la Organización de Mujeres Empresarias Argentinas (Oame), donde buscan tejer redes, compartir experiencias, abrir espacios y fortalecerse mutuamente.

“Fue una cosa bastante extraña, porque en mi vida de joven me preparé para otra cosa”, explicó Patricia.

En aquel momento, la joven estudió una licenciatura en historia e idiomas: estudios clásicos para mujeres hace 50 años. Patricia se casó con una corta edad, tuvo tres hijos y un impasse laboral de 5 años, donde se dedicó exclusivamente al cuidado del hogar. Pero cuando consiguió tener más tiempo, se lanzó a trabajar en la empresa familiar que había fundado su marido recientemente.

“Desde entonces, no dejé: fueron 17 años de trabajar en una SRL, distribuidora de gases”, cuenta.

Cuando Patricia habla de su marido lo hace con un cariño entrañable. El hombre falleció joven y fue siempre “un emprendedor nato”. Eso la inspiró a dirigir su propia empresa. Gracias a ese encuentro, Patricia tuvo una vida muy distinta a la de sus compañeras del secundario en el pueblo, ya que aprendió a producir alimentos y a poner en práctica sus proyectos.

Además, otra de las características que marcaron la vida de la empresaria es que fueron pioneros en la producción de agricultura sin uso de agroquímicos. En campos que habían adquirido en Salta, hacían agricultura conservacionista: un año de agricultura y tres años de pastura para animales, para que no decayera la fertilidad de la tierra. Un ciclo más natural: se usan los lotes y se los deja descansar, año a año.

De ahí se desprende la idea de la certificación de alimentos, ya que las únicas certificadoras argentinas tenían sede exclusiva en Buenos Aires, dificultando la producción de calidad con carácter federal. “Puse lo que me parecía que hacía falta en el mercado: la certificadora Letis: Lealtad, Ética, Transparencia, Independencia y Sustentabilidad. Lo manejamos de una forma totalmente federal, con sede en Rosario”, explica Patricia. Con esa impronta, en sus primeros tres meses consiguieron 100 clientes.

La empresa ya cuenta con 22 años de trayectoria y hace 15 años tuvieron su primer gran impulso: la internacionalización para que el certificado valga en todo el mundo. “Nos presentamos los ministerios de cada país para que aprueben nuestro sistema de certificación”, cuenta.

La segunda etapa importante para Letis fue el trabajo en el exterior. Mandaron auditores a Paraguay, Uruguay, Canadá y así, por el boca a boca, los fueron recomendando.

“Hoy el gerente del proceso de certificación textil lo tengo en Pakistán, con una oficina remota. Letis tiene oficinas físicas, como Chile y Perú. Y oficinas remotas en un montón de lugares: India, Bangladesh, Turquía, China, Alemania, Canadá y toda Latinoamérica”, explica.

Actualmente, uno de sus últimos procesos de innovación es el desarrollo de un software para que todos los que participan del proceso de certificación utilicen el mismo sistema.

Letis se encuentra en la búsqueda de un gerente general y Patricia hace un tiempo que viene capacitándose junto a las demás personas que integran el directorio para realizar la sucesión: algo muy en boga en las empresas familiares.

La experiencia en OAME

“Mi acercamiento a Oame fue hace 12 años. Fue en unos de esos momentos de amesetamiento de la empresa. Para subir un escalón teníamos que dar un paso más arriesgado que lo que uno viene haciendo normalmente. El hecho de poder hablar con mujeres que tienen empresas increíbles, me dio luz para enfrentar los riesgos, prepararme, capacitarme: eso hice”, relata Patricia.

La organización comenzó hace más de 70 años, después de la Primera Guerra Mundial, cuando los hombres no volvieron a sus empresas porque murieron en la guerra y las mujeres tuvieron que hacerse cargo.

Oame actualmente tiene 10 comisiones, es multi sectorial y hay empresarias en todos los sectores: medioambiente, industria dura, comercio, servicios, eventos, etc. Cada una de ellas tiene una coordinadora y cada nueva socia puede elegir participar de alguna. El año pasado llevaron adelante por segunda vez el Congreso de Emprendedoras y Empresarias: tejiendo "redes de redes" con otras organizaciones de mujeres, en cada delegación y en cada ciudad donde están presentes.

¿Cómo funciona la política de género en tu empresa?

Desde Letis adherimos al programa ganar-ganar de ONU mujeres con mucha facilidad, porque hicimos la primera lista de chequeos que te envían y cumplimos en un 80% las condiciones. Precisamente una de las principales es que haya mujeres en los cargos directivos. Acá te diría que es al revés: tenemos que cuidar un poco de no elegir sólo mujeres. Nuestras funciones tienen descripción, sueldo y nunca establecimos distinciones de género. Pero creo que por la especificidad del trabajo -ya que buscamos muchos ingenieros agrónomos- a las mujeres le gustan más estos procesos vinculados a calidad, trazabilidad, sustentabilidad, evaluar documentos. Creo que es por eso que tenemos más postulantes mujeres que hombres. Excepto en Perú y Chile que son dos hombres, acá tenemos 4 gerentes mujeres y la directora de certificación, que también es accionista. No fue algo preconcebido, no estudiamos el cupo, se fue dando.

Lo mismo el tema de los sueldos, como tenemos la función descripta con el sueldo, si es hombre o mujer pagamos lo mismo. Así fue toda la vida, hace 22 años. Y ese es un tema en pugna actualmente, la desigualdad en sueldos.

¿Hay algún diferencial en la forma de gestionar, teniendo en cuenta todo esto?

Como toda pyme que nació hace varios años, yo me formé haciendo, sin grandes planificaciones. Sino aprovechando las oportunidades para dar un paso más. Ahora que nos capacitamos en buenas prácticas empresariales comenzamos a tener reuniones de directorio más seguido. También hay mucha familiaridad, con mi socia trabajamos todo el día juntas y las consultas se hacen rápido. Pero los hijos también son socios y tienen que empezar a participar. Y tenemos accionistas que participan de afuera. Por lo que una pauta es adoptar buenas prácticas empresariales, que empiezan con las reuniones de directorio y accionistas regulares, para tratar temas de dirección.

Las empresas que fueron creadas hace bastante tiempo tienen que atravesar un aprendizaje. Hay que capacitarse en la organización cuando una viene de la práctica y no de haber tenido estudios específicos empresariales.

¿Hubo saltos de profesionalización para Letis?

Estamos dando ahora el tercer o cuarto gran salto. La innovación tecnológica y la organización de una empresa pyme internacional llevó capacitación y trabajo con consultoras. Una es Startia, que nos da una mano para las planificaciones de marketing dentro del país. Otra es de Adriana Restaño, que fue una gran gerente de recursos humanos en empresas internacionales y nos ayuda en la organización internacional.

¿Te parece que dejas un legado, teniendo en cuenta el preparativo de sucesión?

Sí. Todos los cambios empiezan por uno. Construir el interior para poder construir hacia afuera. Pero cuando construís el exterior está la fuerza de la inercia. Hay que tener la voluntad necesaria para vencer esa fuerza de inercia y dejar de hacer las cosas como se vienen haciendo, sino que hay adaptarse a las propuestas de cambio. Me parece que el legado es primero hacer cambios internos, internalizarnos y luego empezar hacia afuera, para hacer y adoptar esos cambios.

¿Cuáles son las particularidades de trabajar con el rubro alimentación en Argentina?

Nuestra visión hoy es ser una certificadora internacional referente en productos agroalimenticios. Muchos clientes de afuera nos eligen porque tenemos gran experiencia en granos y oleaginosas. Entonces un productor de Ucrania, que conoce las producciones internacionales, sabe que en Argentina hay producción de punta, con tecnología y conocimiento. Nos asocian y nos dan luz verde.  Por ejemplo, nuestro equipo de vitivinicultura, que está en Mendoza, es elegido por los chilenos porque son los que más saben sobre esa materia.

Existe una premisa de que en Argentina “saben mucho sobre agricultura”. Somos parte del ecosistema local: las empresas, las universidades, las asociaciones civiles que van formando una marca país. Ser parte de esa marca y llevar lo que hacemos a todo el mundo es un gran honor.  

Aunque trabajar en este país es un gran riesgo para las empresas. Hay épocas en que no se puede crecer y en que sentís que recaudas dinero sólo para pagar sueldos e impuestos. Entre otras limitaciones, no hay crédito barato, no hay financiamiento para proyectos nuevos.

Decís que Argentina tiene muchas limitaciones y dificultades para las empresas, pero del lado de los empresarios y su vínculo con el país ¿qué análisis haces?

Creo que hay una cuestión generacional. Las empresas de las nuevas generaciones ya tienen en el ADN que la empresa tiene que ser parte de la sociedad. Una empresa rica en una sociedad pobre está siempre en el medio de la nada, de problemas. Entonces creo que las nuevas generaciones tienen en su matriz la RSE, el impacto beneficioso en la comunidad. No haciendo beneficencia, sino haciendo que la comunidad se integre a la empresa y viceversa.

La nueva generación ha creado hace 5 años las sesiones de trabajos sustentables, entonces Letis hoy hace de esas sesiones su política de RSE. Ese es nuestro producto y lo que comunicamos y sponsoreamos. En 9 lugares del país -que van cambiando todos los años- hacemos reuniones abiertas a la comunidad para transmitirle al productor que no todo se trata de usar agroquímicos, sino que se puede producir de otra manera: con buenas prácticas agrícolas, con producción orgánica, con sistemas de producción sustentables. Entonces es una manera de sacar provecho de la dificultad que tienen los agricultores que no pueden usar agroquímicos alrededor de las ciudades y hacer de eso una fortaleza. Que es algo que se viene cuestionando a nivel mundial.

¿Te parece que las mujeres tienen algo en particular que aportar en ese sentido?

Absolutamente. Todos los procesos donde hay diversidad son más fuertes. La mirada de la mujer es distinta a la del hombre y cuando se suma fortalece el proceso. Además, la mujer es quien normalmente todavía tiene mayor responsabilidad en la crianza y educación de los niños, con lo cual cuando una mujer que se empodera desde el punto de vista empresarial y la participación social, se facilita esa inserción social.

La mujer se empodera, toma los beneficios de cada cosa que hace, pero también toma responsabilidad. Y que las mujeres se involucren no es una cuestión de competencia con el hombre, sino que es beneficioso para la sociedad toda. Queremos mixidad.

¿Tuviste algún modelo o mentor que te haya inspirado?

Empecé con un emprendedor nato que murió emprendiendo y fue mi marido. Yo estudié y me había preparado para otras cosas en la vida. Nos casamos muy jóvenes. Y mi destino fue distinto si me comparo con mis amigas del pueblo, que tuvieron una vida que es la que yo había pensado que iba a ser mi vida: como profesoras, con niños, amas de casa. Al casarme con este hombre mi vida fue diferente, ni mejor ni peor, totalmente diferente. Pude poner mi propia empresa, habiendo trabajado tantos años con él y aprendido de él a aprovechar las oportunidades, a ver lo que puede llegar a pasar un tiempo antes de que pase.

Después también tuve otras mujeres que fueron mis referentes, por ejemplo, Lidia Sartoris, de Transatlántica y Graciela Alabarce, de La Cumbre. También otras mujeres jóvenes de las que creo que puedo aprender muchísimo, por ejemplo, Silvana Dal Lago, de Sonder, que con su marido hicieron esa empresa hermosa que tienen; Carina Gabetta que tiene unos jardines de infantes bilingües, una idea plasmada en una empresa excelente, que te hace aprender un montón.

¿Hay algún consejo en especial que puedas brindarles a otras mujeres con ganas de emprender?

Creo que es el momento de tener una mayor planificación antes de lanzarse a la acción, pero tiene que ser una planificación con tiempos para entrar en acción. Porque vi muchos casos de esos. Hay que tener la mitad más uno de las posibilidades y lanzarse, porque el 100% de todo antes de la acción es imposible. Yo aprendí con el formato de hacer, más que planificar; y veo que la mujer que planifica y actúa se asegura mucho más la empresa, el éxito.

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