El día de ayer se estrenó en Argentina la cuarta película de la saga de Avengers: Endgame. El film ya quintuplicó, en ventas anticipadas, lo que vendió el anterior, Infinity War, que el año pasado se encaramó al tercer lugar de películas más vendedoras de la Historia con u$s2.048 millones. Aunque el film de Marvel- Disney (el Marvel Cinematic Universe, MCU) más recaudador en los EE.UU. es Black Panther, con más de u$s700 millones también en 2018. Hasta hoy, la recaudación combinada de las 21 películas del MCU supera los u$s18.000 millones (dieciocho mil), y seis de ellas superaron los mil millones.
Casi ninguna de las películas carece de un ganador o nominado al Oscar (o Palma de Oro, que también abundan). Hay que agregar que todas las películas tienen detrás al mismo equipo creativo (los productores Kevin Feige, Louis D'Espósito y la argentina Victoria Alonso) y que se insertan en una especie de "plan" a largo plazo. Por cierto, esto requiere un público que pueda relacionarse con estos filmes como se relacionó hace medio siglo con los cómics que les dieron origen. Esas revistas -tal fue la gran innovación de Marvel y su mente creativa, Stan Lee- mezclaban tramas y personajes de un título a otro de tal modo que a veces era difícil seguir de manera lineal una publicación. Pero fue un enorme fresco de estilos, personajes e ideas fantásticas.
Probablemente el universo Marvel, que va a seguir, sea el estadio final de una forma de cine que comenzó a gestarse cuando Peter Jackson filmó toda junta la saga de El Señor de los Anillos o Warner desarrolló los ocho filmes de Harry Potter: la fantasía larga en un universo autónomo al que queremos volver. Otro éxito comercial.
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