La cooperativa que trabaja con personas con discapacidad atraviesa una difícil situación

Se trata de la cooperativa Esperanza. Venden productos de limpieza y lavandería industrial, pero atraviesan un momento complicado

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La Cooperativa Esperanza, que funciona hace más de 30 años en la ciudad de Rosario, atraviesa una situación económica muy difícil. Es una empresa que fabrica productos de limpieza, realiza tareas de lavandería industrial y trabaja con personas adultas con discapacidad intelectual.

“La situación económica nos está matando porque tenemos casi 20.000 pesos en servicios, es mucho lo que hay que vender para poder ir cubriendo eso, por ahí tenemos que acceder a planes de pago y no contamos con ningún tipo de subsidio”, sostiene Mónica Hutchinson, una de las coordinadoras de la cooperativa, puntualmente del área de fabricación de productos de limpieza.  

Mientras tanto, los trabajadores cobran una beca laboral de la Municipalidad de Rosario a cambio de realizar tareas en la cooperativa. Actualmente están trabajando 8 personas adultas, divididas en dos grupos que trabajan en dos turnos de cuatros horas, de mañana y de tarde.

“No se los apura ni se le marca tiempo”, señala Mónica y agrega: “Todos los que trabajan acá saben lo que tienen que hacer. Cuando llegan cada uno tiene una función”.

Además, cuenta que muchas de las personas que pasaron por la cooperativa luego pudieron acceder a un oficio en relación de dependencia, con un sueldo mayor que el otorgado por las becas.

La cooperativa realiza sus ventas a instituciones asociativas y públicas, al por mayor y por menor. Por otro lado, funciona el servicio de lavandería industrial que principalmente trabaja con el Hospital de Niños, además de particulares. También venden productos de limpieza a distintos colegios.

“Nuestros productos no tienen nada que envidiarles a las grandes marcas, quienes lo prueban vuelven a comprarlo”, sostuvo Hutchinson y agregó: “Trabajamos con precios que la gente puede adquirir y tratamos de que se sostenga así”.

Hutchinson cuenta que el espacio comenzó a funcionar en 1988, fundado por un grupo de padres de personas con discapacidad, como un centro de contención y formación en oficios. “Nace como un centro recreativo y de ocupación, para poder integrarlos al mundo laboral”, relató.

En un principio, sólo trabajaban en la producción de trapos de piso y luego fueron anexando la producción de artículos de limpieza, hasta que finalmente también se sumó el corte, envasado y sellado de bolsas de residuos.

Es así que la cooperativa se divide en dos: un área de limpieza (de productos de limpieza del hogar como lavandina, perfumina, detergente, desengrasante, bolsas de consorcio, trapos de piso y rejillas) y otra de lavadero industrial.

El rol de Mónica es el de coordinar el trabajo, la administración y encargarse de compras y ventas, tarea que realiza desde el 2007. “Me siento muy bien y cómoda con los chicos”, sostiene. También trabaja allí el coordinador de lavadero industrial y además funciona la comisión formada por familiares de las personas que trabajan en la cooperativa.

De todos modos, Mónica resalta:

“Venimos sosteniendo esto lo mejor que podemos pero actualmente estamos estacionados. Si no hay estabilidad económica, vamos para atrás”.

Los productos pueden obtenerse en Ricchieri / Pichincha 139 de 8 a 17 horas y de lunes a viernes.

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