El drama de la negociación argentina y qué significa para el inversor medio

Tras una maratónica negociación de Martín Guzmán con los grandes fondos mutuos acreedores del país, se consiguió la aceptación tan deseada. Pero, ¿qué significa para el inversor y su panorama de los activos argentos?

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Que arreglan, que no; que hay período de gracia, que no. La negociación del gobierno argentino con los fondos acreedores se transformó en las últimas semanas en una suerte de novela. Y es que tiene todos los ingredientes para serlo. 

Luego de negociar a contrarreloj, el ministro Martín Guzmán logró cerrar el acuerdo con aquellos integrantes del comité de acreedores que estaban mas reacios a aceptar, dígase principalmente BlackRock. Se podría decir que el fondo estadounidense dirigido por Larry Fink fue beligerante en sus negociaciones, defendiendo a capa y espada sus derechos y pretensiones, hasta mediante una carta pública dirigida a Guzmán.

Gracias a ello quizás, la propuesta del gobierno argentino tuvo que mejorar sustancialmente desde la esbozada en abril para acercar las partes. La quita de capital en la oferta aceptada es mínima y la reducción de cupón promedio pasa de 7% a 3,07%, una mejora considerable a lo acercado a los acreedores en un primer momento, donde la quita se encontraba en torno al 55%.

Será tarea de un análisis mucho mas exhaustivo y pormenorizado determinar si la negociación fue buena, si se dejó mucho valor en la mesa y si el tiempo que se tardó en llegar a buen puerto tuvo algún sentido o fue tiempo perdido. Personalmente creo que hay que dejar pasar algún tiempo antes de embarcarse en juzgar la tarea, más allá de que es innegable que el resultado del día de hoy es positivo para el país.

Ahora bien, ¿cómo debemos traducir lo acontecido como inversores? Es evidente que la noticia ha afectado positivamente al amplio espectro de activos nacionales. Este martes por la mañana, los ADRs argentinos en Nueva York trepaban hasta un 12% y los bonos llegaban a subas cercanas al 8%. Pero, ¿es esta suba sostenible o simplemente un catalizador del famoso “comprar con el rumor, vender con la noticia”?

La realidad es que, previo al acuerdo, los activos argentinos descontaban escenarios dantescos. Si uno hacía el ejercicio de valuar de manera intrínseca algunas empresas, las tasas de descuento que había que utilizar para llegar a los precios de mercado eran superlativas, lo cual evidenciaba que había al menos un panorama de extremo pesimismo plasmado en los precios. 

Si uno hubiese tenido clarividencia, y la capacidad de saber el resultado de la negociación a priori, podría haber jugado sus fichas ante una evidente situación de subvaluación. Sin embargo, hay argumentos contra esa posición. 

En primer lugar, el mercado suele tener una dinámica de descontar los eventos previamente a que sucedan, acumulando subas para luego abruptamente bajar una vez consumada la noticia. Sumado a esto, uno podría argumentar que el escenario que descontaban los precios de los activos argentinos previo al cierre de la negociación requiere de muchas más medidas de fondo para revertirse, no limitándose al éxito de la reestructuración. 

Por otro lado, una lección que podemos tomar de lo que aconteció, es a manejarnos cautelosamente como inversores frente a las noticias. En el medio de un sinfín de especulaciones, el inversor argentino medio puede tomar decisiones basadas en información errónea y tener grandes pérdidas de capital. 

Y es que jugar nuestras fichas a un resultado binario como la negociación de la deuda, es más cercano a una apuesta que a una inversión. Y es válido, siempre y cuando sepamos en que tarea nos encontramos, y la diferencia frente a un asesoramiento más profesional de los precios de los activos.

Siguiendo este criterio, el inversor racional debe preguntase cosas como: ¿Es realmente sostenible el camino que señala Guzmán a los acreedores? ¿Tiene el gobierno la intencionalidad de hacer las reformas pertinentes que resultarían en mejores condiciones para las empresas argentinas? ¿Cómo reaccionaría el panel argentino ante una baja fuerte del mercado global que pareciera estar sobrevaluado?¿Es exagerada la reacción de los activos nacionales, o realmente el escenario cambió dramáticamente como para justificar subas en torno al 15%?

Estas son algunas de las preguntas que debemos hacernos a la hora de asesorar la situación actual de nuestras carteras. Y las respuestas nunca deberán ser definitivas, siempre manteniendo la cabeza abierta y cuestionando nuestros propios consensos. Porque en el mercado, la obstinación se paga muy caro, y en mercados volátiles como el argentino, esta dinámica no hace más que acentuarse.

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