Bienestar animal: entre cuestionamientos éticos y económicos

Rosgan analizó la situación actual de capacidad de descarga y los corrales de espera pre sacrificio, que se ponen en tensión con la demanda de exportación

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El intempestivo crecimiento de la demanda de exportación pone en tensión varios aspectos de la cadena productiva que se vinculan al bienestar animal y que también hacen a una capacidad operativa, de los que son un claro ejemplo los corrales de espera pre-sacrificio y la capacidad de descarga, según el análisis que realizó Rosgan. 

Si bien el engranaje productivo cárnico se puso en marcha gracias a la mayor demanda de exportación, aún así la capacidad instalada de la industria pareciera no ser suficiente y los frigoríficos exportadores se encuentran trabajando al límite de su capacidad de procesamiento.

Rosgan analiza que "existen eslabones muy duros de la cadena que, llevados a tope de capacidad, obligan indefectiblemente a detener la marcha, tal es el caso de la capacidad en cámaras de frío o la capacidad de desposte".

Sin embargo, consideran que "existen otros eslabones aparentemente más flexibles que, ante la necesidad de mantener un elevado ritmo de procesamiento, suelen operarse por encima de su capacidad generando pérdidas ocultas que terminan trasladándose a todo el proceso".

Un ejemplo claro para Rosgan son las ya mencionadas capacidad de descarga y disponibilidad de corrales de espera pre-sacrificio.

"En definitiva, el problema de las horas de espera que generan estas deficiencias en la descarga de la hacienda, afecta en forma directa el bienestar animal", señalan desde Rosgan.

Este es un aspecto que desde distintos sectores de la cadena, tanto productores como transportistas e incluso consultores especializados, vienen señalando. Las pérdidas que se generan por las demoras en la descarga en algunas plantas de faena afectan el estado de los animales y en consecuencia, la cantidad y calidad de la carne a comercializar, según advirtieron. 

De acuerdo a mediciones realizadas, a partir de las 24hs en que un animal se encuentra en tránsito o detenido a la espera de descarga, el porcentaje de desbaste se incrementa considerablemente, demandando más de 15 días para su recuperación, dependiendo del tipo y estado del animal.

"En definitiva, pérdidas que no son factibles recuperar una vez ingresados los animales a planta", sostiene el informe de Rosgan. Además del rendimiento de res, también hay pérdida en la calidad de la carne. 

Al respecto, señalan que parte de los animales que ingresan a un frigorífico provienen de un mercado concentrador por lo que en las últimas 48 a 72 horas acumulan dos viajes y dos estadías en condiciones de confinamiento.

"Las pérdidas generadas por este tipo de deficiencias, en primer lugar afectan al remitente de estos animales dado que, generalmente la venta a frigoríficos se liquida por rendimiento a gancho. Pero también el frigorífico pierde dado que, al no cumplir la carne con determinados estándares de calidad, muchas veces termina teniendo que colocar parte de su producción en canales alternativos a la exportación, obteniendo por ello un menor precio", dice el informe.

Por ello, Rosgan sostiene que "justamente en momentos de fuerte crecimiento se deben revisar las ineficiencias hasta entonces ocultas, tratando de salvar todo aquello que pueda llegar a restar competitividad y sostenibilidad al negocio".

Asimismo, destacan el factor ético que involucra el trabajo con animales vivos, hecho que además viene captando una creciente atención a nivel mundial integrando el bienestar animal al proceso racional de decisión de compra. 

"Promover buenas prácticas en bienestar animal en todas sus etapas, redundará en beneficios económicos, al obtener productos de mayor calidad, reducir las pérdidas durante el proceso y en definitiva propiciar el desarrollo sostenible de la actividad", finaliza el informe de Rosgan.

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